La sagacidad artística de Rafael Lanuza, director cinematográfico
guatemalteco que ha descollado en la industria del celuloide en la
república mexicana, reconociendo la vida y circunstancias de la ciudad
de Esquipulas, mas acogedora y mística antes en su carácter de Villa, y
como una voz de previsión que ha de ser aceptada a sugestión en favor de
la seguridad del bello templo, nos ha rodado totalmente en Esquipulas
una película singularmente original.
Es la historia de tres empedernidos bandoleros que incrédulos de todo y alentados en el fondo por mezquina ambición, planean y consiguen el robo de las mas preciadas reliquias del templo. Pero el Cristo de los Milagros en respuesta a expresión blasfema de uno de aquellos rudos hombres, se le hace visible hasta provocar en él la fe mas acendrada y el mas genuino arrepentimiento, creyéndose el bandido el instrumento a través del cual el mundo ha descargado toda la maldad sobre el divino crucificado.
Es en conclusión un argumento simple, que debe su éxito a su sencillez precisamente. Matizado por la vida de un niño vendedor de recuerditos religiosos, en el que se concentra al cabo el sobrecogedor mensaje humano del filme, la inocencia y la pureza como solida base del sentimiento filial.
El mensaje humano se enfatiza, pues la cinta también posee un mensaje moral de gran contenido: Que no es necesario remontarnos a Jerusalén, para vivir la tragedia del calvario, ya que la calle de la amargura esta donde quiera que exista el pecado, y que el perdón es un don de la misericordia divina, que nunca será regateado , ni al mas endurecido corazón.
Es la historia de tres empedernidos bandoleros que incrédulos de todo y alentados en el fondo por mezquina ambición, planean y consiguen el robo de las mas preciadas reliquias del templo. Pero el Cristo de los Milagros en respuesta a expresión blasfema de uno de aquellos rudos hombres, se le hace visible hasta provocar en él la fe mas acendrada y el mas genuino arrepentimiento, creyéndose el bandido el instrumento a través del cual el mundo ha descargado toda la maldad sobre el divino crucificado.
Es en conclusión un argumento simple, que debe su éxito a su sencillez precisamente. Matizado por la vida de un niño vendedor de recuerditos religiosos, en el que se concentra al cabo el sobrecogedor mensaje humano del filme, la inocencia y la pureza como solida base del sentimiento filial.
El mensaje humano se enfatiza, pues la cinta también posee un mensaje moral de gran contenido: Que no es necesario remontarnos a Jerusalén, para vivir la tragedia del calvario, ya que la calle de la amargura esta donde quiera que exista el pecado, y que el perdón es un don de la misericordia divina, que nunca será regateado , ni al mas endurecido corazón.