LA FIESTA DE CARNAVAL EN GUATEMALA
Celso A. Lara Figueroa
Universidad de San Carlos de Guatemala
Este artículo no trata de hacer un estudio determinado sobre lo que representa la fiesta de carnaval, sino algunas consideraciones sobre el gran arraigo que ha tenido esta manifestación popular, como consecuencia de una tradición griega, romana o hispana, que se ha incorporado a la idiosincrasia nuestra.
Sobre los orígenes del carnaval considero que no es oportuno extenderse, ya que muchos autores han dicho algo al respecto. Sin embargo, es interesante el auge que, en el ámbito latinoamericano, ha tenido este fenómeno tan propio de la cultura popular, representado en las fiestas de carnaval.
La llegada de los españoles a nuestras tierras trae consigo las fiestas de carnestolenda, que aunque se organizaban como complemento de una celebración de carácter religioso y comercial, también ofrecía recreación y alegría al espíritu humano. No obstante, el carnaval es por excelencia una fiesta que no tiene otro objeto que la diversión, y es la fiesta, si no más alegre, al menos la más jubilosa y entretenida que se ha conocido, ya que trae consigo el entretenimiento, el resarcimiento de nuestros estados de ánimo y el anuncio de la tradicional cuaresma.
Félix Coluccio nos ofrece la siguiente información en su Diccionario folklórico argentino: Las ceremonias para festejar el carnaval son antiquísimas, creyéndose que se deriva de los saturnales romanos, aunque existen vestigios de estas fiestas en todos los pueblos de la antigüedad, celebrando el año nuevo y muy especialmente la llegada de la primavera. En B. Aires, el juego con agua durante las carnestolendas, y en muchas ciudades del interior aún persisten, aunque el entusiasmo por el carnaval en sí ha ido disminuyendo en casi todas partes.
En casi la mayor parte de los pueblos de Guatemala se ha perdido el entusiasmo para celebrar las fiestas de carnaval, reduciéndose únicamente a celebraciones que tradicionalmente hace la iglesia. Sin embargo, la fiesta de carnaval tiene mayor vitalidad en las regiones costeras o de climas cálidos; en los lugares altos adquiere otros aspectos peculiares, aunque con una misma finalidad.
Es posible que en Guatemala el carnaval haya sido una manifestación puramente aristocrática practicada por los españoles, quedando para el pueblo únicamente el juego de la harina, los cascarones y el agua. Don José Milla, en sus Cuadros de Costumbres, nos habla de un martes de carnal en la plaza de toros: La última vez que estuve en los toros el martes de carnaval, seis o siete años hace, entraron numerosas partidas de máscaras y como estoy poco al corriente de los cambios de los gustos caprichosos del público, creía yo que este año habría también disfraces en la plaza.
En realidad los disfraces son la verdadera manifestación del carnaval, pero con el transcurso de los años ha sido totalmente transformada, quedando para un reducido núcleo el caso de las mascaradas, los bailes de disfraces y el juego de las serpentinas.
En los últimos tiempos la gente del pueblo ha practicado más el juego de los cascarones y lo que en otro tiempo fuera de gran problema: el juego de la harina y el agua, ha sido desplazado por los cascarones, cuya preparación se inicia desde pasado el año nuevo, en que la gente se dedica a picar retacitos de papel de china en variedad de colores.
La fabricación de cascarones en Guatemala es una industria doméstica, en cuyo procedimiento intervienen varios factores, que son: recolección de cascarones, lavado y secado de los mismos, picado de papel de china para hacer retacitos; pintura de los cascarones con añilina en variedad de colores y formas caprichosas. Esta pintura rememora los huevos de pascua que se regalan en Estados Unidos.
Posteriormente, ya pintados y secados al sol, se le pone en el interior un poco de retazo picado y se cubre la abolladura con un pequeño pedazo de papel a manera de parche, con lo cual ya está formado el cascarón y listo para que pueda jugarse con él.
Los cascarones son llevados a las plazas públicas y después del día de Candelaria (2 de febrero), dan principio los domingos de carnaval, especie de preludio de los días cuaresmales. Generalmente se juega con los cascarones en los parques y plazas públicas, como es tradicional en los pueblos del país. Aún en las escuelas de enseñanza primaria, se destina un día para festejar carnaval, que muy del gusto de la gente es destriparse cascarones en la cabeza.
En los mercados, plazas públicas y parque, se encuentran canastos con los cascarones. Estos se pueden adquirir aproximadamente a razón de dos por centavo o a centavo la unidad. Además se pueden comprar por bolsa o por docena, de acuerdo a las posibilidades y necesidades del usuario.
Es de reconocer que el carnaval ha sido heredado de la vieja España y ha sido practicado por varios siglos en todos los países latinoamericanos. De gran renombre en toda Latinoamérica y ampliamente conocido mundialmente es el Carnaval de Río de Janeiro. También lo son los de Panamá, Venezuela y toda Sudamérica.
En Guatemala ha variado notablemente la fiesta de carnaval, en un proceso acorde con la evolución de la cultura. En la actualidad se celebra el carnaval en sociedades, clubes u otras instituciones que patrocinan un baile de carnaval, en donde únicamente hay disfraz, confeti, serpentinas y baile. Naturalmente que esta es una manifestación para determinado grupo o élite social, pero en ningún momento podría ser de tipo popular, como el juego de cascarones.
El hecho de quebrarse cascarones en la cabeza, echarse pica-pica, arrojarse agua y harina, no es nada nuevo en nuestro medio y aunque ha sido prohibido por varias generaciones administrativas, también en España se ha practicado y aún persiste. Y es que siempre se ha practicado esta tradición carnavalesca, milenaria, porque es algo que el pueblo tiene dentro de su propio ser, como un escapar de las costumbres que se impone el género humano.
Sirvan estos pequeños escarceos históricos y paremiológicos para que el público lector del blog de cefol entere un tanto de la festividad del Carnaval, motivo de profundas meditaciones de etnólogos e historiadores, entre los que se encuentran Julio Caro Baroja, George Frazer, Mircea Eliade, Arturo Castiglioni y Humberto Eco cuyos estadios nos sirvieron para cimentar estos apuntes.
EL SIMBOLISMO TRADICIONAL DEL MIERCOLES DE CENIZA
Celso A. Lara Figueroa
Universidad de San Carlos de Guatemala
Introducción
A pesar que las celebraciones de la Semana Santa en Guatemala tienen tanta importancia, y que por su naturaleza y significación se han convertido en viva expresión de la idiosincrasia de los guatemaltecos de los distintos grupos étnicos y socioculturales que habitan Guatemala, los estudios históricos e interpretativos aún no se han realizado. Únicamente someras descripciones etnográficas que pecan de grande superficialidad. Por tanto, estos apuntes que publicaremos, trataran en lo posible de ilustrar al lector del Diario La Hora sobre la historia y orígenes del Miércoles de Ceniza, la Cuaresma y los antecedentes inmediatos a la conmemoración de la Semana Santa en Guatemala.
En Torno a los Orígenes de la Semana Santa
La Semana Santa es una de las fechas más importantes del Calendario Cristiano, en ella se conmemora el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, dogmas de fe de esta religión. Navidad y Semana Santa fueron instituidas desde hace ya largos siglos para recordar los más notables episodios de la vida de Jesucristo y son lapsos de gran significación en la cultura popular latinoamericana y en general en la de todos los países de tradición católica. Ambos ciclos son precedidos por temporadas de preparación con prescripciones especiales que reciben los nombres de Adviento -la que precede a la Navidad- y Cuaresma, las siete semanas o cuarenta días que antecedente a la Semana Santa.
La vinculación de los países del nuevo mundo con la civilización o cultura occidental comienza a partir del proceso de conquista y colonización de América por los europeos. Por tanto, para entender estos fenómenos contemporáneos es preciso remontarse a sus orígen. En tal sentido, el Cristianismo, entre los siglos V y XI de nuestra era se difundió por todo el continente europeo al que había penetrado como culto minoritario procedente del Cercano Oriente; llegando a convertirse en religión oficial del vasto Imperio Romano del cual formaba parte España, país en donde procede el principal aporte cultural europeo a nuestro continente. Esta nación, cuando se produce el descubrimiento de América, acaba de recuperar la totalidad de su territorio parcialmente ocupado durante siete siglos por los árabes, atribuyendo la victoria de los ejércitos del norte del país a la poderosa ayuda de la religión cristiana.
Simultáneamente con la recuperación del último bastión ocupado por los árabes, se produce el descubrimiento de América en 1492. Fue entonces un objetivo político para la Corona Española, a la que se le adjudicaron las tierras recién descubiertas, la difusión de la religión cristiana en los territorios ultramarinos, y así lo establece claramente en su testamento la Reina Isabel la Católica: “Quando nos fue cedidos por la Santa Sede Apostólica, las Islas y Tierra-Firme del Mar Océano, descubiertos y por descubrir, nuestra principal intención que al mismo tiempo que le suplicamos al Papa Alejandro Sexto de buena memoria que nos hizo la dicha concesión, de procurar inducir, y traer los pueblos dellas, y los convertir a nuestra Santa Fe Católica, y enviar a las dichas Islas y Tierra-Firme, Prelados y Religiosos, Clérigos y otras personas doctas y temerosas de Dios para instruir a los vecinos y moradores dellas a la Fe Católica y los doctrinar y enseñar buenas costumbres, y poner en ello la diligencia debida, según más largamente en las letras de la dicha concesión se contiene”.
La Iglesia Cristiana en América se encontró frente a una situación en cierta forma parecida a la hallada en siglos antes en Europa continente al que penetró, como antes hemos indicado, como culto minoritario; la de adecuar la doctrina cristiana a las prácticas rituales propias de los nuevos territorios. Muy eficazmente, como antes lo había hecho en Europa, se adaptó a las condiciones existentes con un éxito notable que aún hoy, después de haber transcurrido casi cinco siglos del contacto entre dos mundos totalmente disímiles, puede medirse si tomamos en cuenta la importancia y vigencia de la religión en los países latinoamericanos y el sincretismo que ha adquirido. En cada uno de ellos, en mayor o menor grado, vinculados o no a las actividades de la Iglesia, la mayoría de la población comparte creencias religiosas católicas, es decir, la religiosidad popular, especificidad de la cultura tradicional, por lo menos en Guatemala.
Muchas de las estrategias probadas por haber sido usadas en Europa fueron empleadas en América como medio de adoctrinamiento. Entre las más importantes y efectivas podemos citar la incorporación de configuraciones culturales procedentes de las culturas americanas y posteriormente de las africanas para propiciar la participación de la población, la incorporación de música y danzas a las ceremonias y procesiones para atraer al pueblo a los templos, la realización de representaciones teatrales en las que se dramatizan los misterios o dogmas de la religión, entre otros. Estas acciones, empleadas de manera semejante a como antes se habían usado en los diversos países europeos para lustrar sobre estos temas a una población con alto porcentaje de analfabetismo, han sido efectivas para transmitir los conocimientos deseados.
Por este importante lugar que ocupó la religión durante el proceso de colonización de los países latinoamericanos, aún el calendario oficial de fiestas establecidas en ellos desde este período está ajustado a las efemérides religiosas, en las cuales ocupa puesto importantísimo la Semana Santa, que se denomina también Semana Grande o Semana a Mayor. Según San Juan Crisóstomo recibe este nombre.... “porque en ella se conjugan los grandes misterios de la religión católica, y se instituyen la Eucaristía, el sacerdocio y la esencia de la Cristiandad”.
En torno al Miércoles de Ceniza
Es el lapso de cuarenta días que comienza a contarse a partir del miércoles siguiente al Martes de Carnaval. Para los católicos ese período es ocasión para el ayuno y la penitencia, tiempo de austeridad y vigilia. Es una fecha móvil en el calendario.
El primer día de la Cuaresma es llamado Miércoles de Ceniza por la práctica vigente desde el siglo IV, de colocar cenizas sobre la cabeza de los penitentes que acuden a los templos para realizar ceremonias de expiación por los excesos cometidos durante el Carnaval. Antiguamente se rociaban cenizas sobre las cabezas de los fieles que, trajeados con hábitos de penitencia, debían acudir a los templos en esta fecha. Actualmente sólo se traza una cruz con ceniza sobre la frente de los cristianos que voluntariamente acuden al templo. Las cenizas para llevar a cabo esta práctica, se obtienen de la incineración de las palmas benditas, repartidas el Domingo de Ramos del año anterior que son conservadas para este propósito. Son símbolo de penitencia y de la brevedad de la existencia terrenal para los católicos y con su aplicación sobre la frente se recuerda el texto del Génesis “Polvo eres y en polvo te convertirás”.
Antiguamente las observancias de la Cuaresma eran bastante rígidas en lo relacionado con el ayuno y la abstinencia, que debían ser cumplidos estrictamente ya que durante el período se recuerdan los cuarenta días de ayuno y meditación que pasó Jesús en el desierto. Sólo permitía una comida al día en la cual no se consumían carnes, huevos o pescado. Esto quizás podría explicar los excesos en el período anterior –el Carnaval- en conocimiento de las características de austeridad que tendría el tiempo que le sucedería. Paulatinamente la Iglesia ha ido modificando sus mandatos y se permitió el consumo de carnes de aves y pescado, más no de carnes rojas. Actualmente los cristianos se someten a abstinencia de carne solo los días viernes de la temporada de Cuaresma, la cual sustituyen por pescado o carne de aves.
El quinto Domingo de Cuaresma para la Iglesia ya es el comienzo del ciclo de Pasión. Son cubiertos los altares e imágenes sagradas en los templos con lienzos de tonos violeta, color litúrgico símbolo de arrepentimiento y la penitencia usado también en tiempo de Adviento. El Carnaval desde la antigüedad se caracterizó por una serie de festejos desenfrenados cuya duración y límites a través de la historia han variado según las costumbres locales. Indica Julio Caro Baroja, notable investigador español, que en textos importantes del siglo XVII el período comprendido entre el primer día del año y el Miércoles de Ceniza, primer día de Cuaresma, era el apropiado para utilizar de manera lícita las máscaras y salir con ellas a las calles. Según este autor en las calendas de enero, cortejos o grupos de personas enmascaradas se veían por los pueblos y campos de diversos países de Europa con disfraces variados. Entre los más comunes estaban los de hombres trajeados de mujer y los de viejos y viejas; que en su recorrido realizaban representaciones teatrales, a pesar de haber sido condenada por la Iglesia esta “costumbre pagana”, desde el siglo IV, pero se trataba de un hábito muy antiguo difícil de erradicar.
La usanza de realizar el entierro simbólico del Carnaval el Miércoles de Ceniza es una costumbre muy difundida en países europeos. El Carnaval era representado por la figura de un muñeco, al cual acompañaban los personajes que fingen de dolientes simulando llanto y profundo duelo y profiriendo gritos de consternación. En general se trataba de representaciones bufas en las que participaba activamente la población. Estas figuras, representación del Carnaval, eran muy frecuentemente incineradas o enterradas en los cementerios en medio de la gritería popular y el llanto simulado a evocarse. George Frazer en su obra La Rama Dorada reseña la manera de enterrar el Carnaval en Miércoles de Ceniza. En la región de Provenza: una efigie que lo representaba, se enfrentaba a un tribunal burlesco ocupando el bannquillo de los acusados.
Nueva Guatemala de la Asunció.
APUNTES SOBRE LOS ORIGENES DE LA CUARESMA EN GUATEMALA
Primera Parte
Celso A. Lara Figueroa
Universidad de San Carlos de Guatemala
Cuaresma y Carnaval
Como vimos en artículo del Miércoles de Ceniza pasado, Cuaresma y Carnaval son inseparables e indivisibles. Por tanto, expondremos, en apretada síntesis, algunos datos sobre el Carnaval y su relación con la Semana Santa.
Era frecuente el acompañamiento del entierro del Carnaval en Europa por personajes caracterizados de viudas, generalmente representados por hombres o muchachos vestidos de mujer ataviados con velo de luto, que lloraban a gritos la muerte de su marido.
En España, el entierro simbólico del Carnaval que se realizaba en esta fecha recibía el nombre de Entierro de la Sardina, y según Julio Caro Baroja, era fiesta que se celebraba desde los siglos XVI y XVII. Aparece representado este festejo popular en el lienzo del mismo nombre cuyo autor es el famoso pintor Francisco de Goya, obra que forma parte de la colección del Museo de la Academia de San Fernando de Madrid. Aparece en ella una multitud de enmascarados en el centro de la cual va un personaje que porta un pendón o estandarte que lleva pintada una cara sonriente de grandes dimensiones. Va acompañado de un nutrido cortejo de disfraces, entre los cuales sobresale el diablo trajeado de negro con los infaltables cuernos y con máscara de calavera, una vieja y tres mujeres. Dentro del grupo se observa numerosos niños en gozosa participación.
En Guatemala, el Carnaval adquiere determinadas significaciones, como las mencionadas en remotas aldeas del oriente de Guatemala, y el entierro de la sardina aún se puede observar en Totonicapán. Sin embargo, creemos, su significación profunda se ha perdido ya en la memoria colectiva.
El período que establece la Iglesia Católica para conmemorar la Semana Santa, coincide exactamente con el inicio de la primavera y, por ser un período de cambio estacional, ha sido propicio para la celebración de rituales en numerosas culturas. La Pascua Florida o Domingo de Resurrección es el primer domingo siguiente al plenilunio del equinoccio de primavera y cae en el lapso comprendido entre el 22 de marzo y el 25 de abril.
El inicio de la estación primaveral es poco visible en nuestro país ya que, todo el año hay brillo del sol en un largo trecho del día y abundante vegetación. Sin embargo, en los países del hemisferio norte, después de la estación invernal, en que el clima es frío y la vegetación es escasa. Los árboles se despojan de sus hojas y el período que ilumina el sol durante el día disminuye sensiblemente. La llegada de la nueva estación es un contraste muy marcado: se alarga paulatinamente la duración de la luz solar, los troncos aparentemente sin vida comienzan a tener nuevos brotes, las plantas comienzan a florecer y es la ocasión de preparar los campos para la siembra: Este cambio tan notorio se ha celebrado con complejos rituales posiblemente desde el período neolítico, cuando las sociedades humanas establecidas ya en poblados permanentes comenzaron a desarrollar técnicas agrícolas.
Al tener que permanecer en un lugar hasta recoger la cosecha, comenzaron a observar con más detenimiento el ritmo inalterable de la naturaleza y las modificaciones ocasionadas por el cambio de ubicación de la tierra en relación al sol y la influencia de ellos sobre la vida terrestre. A estos fenómenos buscaron explicación atribuyendo a seres sobrenaturales estas variaciones a las que había que propiciar con ceremonias rituales que se fueron haciendo día a día más complejas, y formaron parte de un culto a la vida y al constante renacer de la vegetación que permanece aparentemente dormida durante el invierno; así como también a la germinación de las semillas que durante esta estación eran arrojadas a la tierra donde permanecían aparentemente sin vida y después de algunos días evidentemente comenzaban a germinar. Dioses que mueren y resucitan se encuentran en toda Europa, incluyendo las Islas Británicas, entre ellos podemos citar a Frei y Balder para el norte de este continente, y Osiris, Adonis, Dionisio y Attis que eran reverenciados en la región Mediterránea. Nos referimos en forma muy sucinta a divinidades de esta última zona por considerar que tuvieron muy importante influencia sobre el Cristianismo.
Sin discutir la trascendencia de Cristo en la Historia y la vigencia de su mensaje de amor y solidaridad entre los hombres, pensamos que es fundamental hacer referencia a los rituales consagrados a estos dioses, celebrados al inicio primaveral en las antiguas culturas ubicadas en la región que baña el mar Mediterráneo y de las cuales, como ya señalamos, el Cristianismo fue adoptado paulatinamente elementos que fueron incorporados a su cuerpo de creencias, precisamente por la característica que atribuyó el Cardenal Danielou a los primeros cristianos y que consideramos que fue una de las claves de su éxito: la de Cristianizar la modalidad nacional de la vida, primero de manera informal y posteriormente siguiendo políticas establecidas por el Papa San Gregorio, el Grande.
Empleando como vía el Mediterráneo -Mare Nostrum para los romanos- antiguos pueblos navegantes establecieron prolongados contactos e intercambios económicos y culturales con otras civilizaciones de esta área, inclusive, asentaron colonias permanentes en una u otra rivera. Esta movilidad favoreció la constitución de un abigarrado mosaico de culturas.
Durante el período histórico que cubrió el Imperio Romano fue especialmente notoria la importancia de cultos de origen oriental que, en algunos casos son traídos a territorio europeo por los propios funcionarios estatales delegados a las colonias ubicadas en el área oriental que, fascinados por estos cultos de los que se hacían adeptos los trasladaban luego a sus regiones de origen; otros fueron introducidos por la costumbre romana -Evocatio- de propiciar los dioses oriundos de los lugares que pretendían conquistar ofreciéndoles erigirles altares en Roma y consagrarles un culto, otros penetraron desde Grecia a través de Etruria siendo a su vez oriundos de Asia Menor. Todos ellos lograron amplia difusión en territorio europeo. Algunos llegaron a este continente antes que el Cristianismo, otros compitieron con él y a la larga fueron vencidos, propagándose la fe triunfadora por toda Europa y desde allí a otros continentes.
Todos los dioses asociados a la vegetación, de los que haremos una breve referencia, pertenecían a religiones mistéricas que eran denominadas así por los misterios que formaban parte de la doctrina de cada una, en los que era obligatorio creer pero que no tenían explicación. Para ser aceptado como un miembro activo de dichas religiones, los aspirantes debían pasar por un período de iniciación en estos misterios que constituían la parte más importante de estos credos, y se comprometían a guardar el secreto recibido. Todos los devotos así, participaban en los conocimientos secretos compartidos y sentían que a través de las prácticas rituales establecidas llegarían a alcanzar una vida mejor. Todas estas religiones garantizaban a los devotos vida ultraterrena y durante la época comprendida entre el año 334 antes de Cristo y el 327 después de Cristo se incrementó notoriamente su auge y se intensificaron las acciones emprendidas por ellas para lograr adeptos. En este tiempo era una obligación y a la vez un privilegio descansar sobre los miembros más humildes de la sociedad.
Osiris, Dionisio, Adonis o Tammuz y Attis, todos de origen oriental fueron dioses que morían y sucesivamente resucitaban, todos conmemoraban este prodigio al inicio de la primavera cuando sus devotos recordaban con aflicción su muerte y celebraban con alboroto la resurrección. Todos fueron conocidos y venerados en el mundo romano.
Osiris, dios de la vegetación en un comienzo y posteriormente de la muerte para los egipcios era esposo de la gran diosa de la Tierra. Asimismo Tammuz, otra deidad del Mediterráneo oriental era también consorte de la diosa que representaba la tierra madre y que recibía el nombre de Isthar o Astarte según la región donde se la venerase. Según el mito, Osiris, muerto y despedazado por su hermano Seth, recobró la vida después que su esposa Isis recogió los pedazos de su cuerpo trasladándose en peregrinación para recuperarlos uno a uno. Al unirlos consiguió resucitarlo por medios mágicos. Dentro de los símbolos con que se le representaba está el desgranador, lo que lo identificaba como dios de la agricultura cuyo conocimiento enseñó al pueblo egipcio.
El culto a Osiris ofrecía a sus devotos vida después de la muerte y para ser admitido en él había que pasar por un período de iniciación y cumplir una serie de reglas: no matar, proteger a los desvalidos, obrar con rectitud, etc., es decir establecía un verdadero código de moral. Era practicado en el Delta, el Alto y Bajo Egipto y junto con el de otras deidades egipcias, su culto se difundió a extensas regiones del Imperio Romano.
Su principal santuario se encontraba en Abydos, lugar que se convirtió en un sitio de peregrinación al que concurrían anualmente los creyentes a contemplar las representaciones de la muerte y resurrección del dios que se realizaban a la entrada de la primavera y que fueron descritas por el historiador griego Herodoto, quien tuvo la oportunidad de presenciarlas en el templo ubicado en Sais y que describe así: “…Dentro del recinto se levantan también dos grandes obeliscos de piedra y junto a ellos hay un lago hermoseado con un pretil de piedra bien labrado en círculos, tamaños a mi parecer, como el lago de Delo, que llaman redondo. En ese lago hacen de noche representaciones de Aquel a los cuales los egipcios llaman misterios. Acerca de esto, aunque se más sobre cada punto, guardaré piadoso silencio salvo para lo que no sería pío decir…” En otra parte de su obra indica “Osiris en lengua griega es Dionisio”.
Según autores consultados, los misterios de este culto tuvieron influencia decisiva sobre las religiones mistéricas posteriores dentro de las que se encontraba el Cristianismo.
Eleusis, en Grecia fue el centro de otro culto mistérico; el de Dionisio, cuya práctica también tuvo extensa dispersión, representaba la fuerza de la vida de todas las cosas que crecen, animales y vegetales, especialmente era protector de los viñedos. Sus rituales eran la expresión de un poderoso culto a la naturaleza que se manifestaba por sacrificios -inclusive humanos en algunas épocas- y ritos orgiásticos. Dionisio era hijo de Zeus el dios más importante del panteón griego y de Semele, una mortal hija de Cadmus, rey de Tebas. Semele quedó embarazada del dios y al conocerse la noticia, Hera, su consorte, intentó destruir al niño divino al que entregaron en custodia a unos parientes.
Moría y sucesivamente resucitaba, teniendo sus fiestas una duración de seis días. Dos grandes festivales se consagraban al dios, las Dionisíacas en primavera y las Leneas en invierno. Sufría muerte por desmembramiento, similar a Osiris y quizás por estas razones lo identificó con Osiris. En la observancia de su culto era desgarrada una cabra que representaba la imagen del dios. En su honor se organizaban orgías femeninas en las que las mujeres desgarraban animales -y en algunas épocas hasta niños- y los devoraban en la creencia de que consumirlos era consumir al mismo dios y participar de su divinidad.
En el siglo V antes de Cristo, el elemento más importante de la adoración del joven dios eran los grandes festivales dramáticos en los que se representaban en su honor piezas que constituyeron uno de los más brillantes aportes de Grecia a la civilización occidental. Primero se representaron solamente tragedias y posteriormente se incorporaron en estos festivales, las comedias. El nombre tragedia deriva de la voz griega tragoidia -canción de macho cabrío-, que evocaba la costumbre ritual de desgarrar una cabra como imagen del dios, también por esta razón había en los festivales coros que evocaban a las cabras barreando. (Continuará).
Nueva Guatemala de la Asunción,